un texto del 2011
Creo que dibujo porque soy profundamente incapaz de hacer otra cosa. Desearía poder tocar el piano. Se sabe, si no se sabe es porque no fue justamente deducido. Pero era evidente. Envidio a los músicos. Envidio los sonidos que escuchan cuando yo paso de largo. No sé si ellos envidian lo que yo veo donde otros no ven, pero pareciera ser que la música es la posibilidad de la comunicación que tanto espero. Y no la tengo, porque simplemente la escucho. Y me esfuerzo, realmente lo hago. Me siento y le dedico tiempo a la música. Pero creo que no llego a asomarme a ningún misterio, que tanteo el terreno desde muy afuera y eso me molesta. Me deja de lado. Eso es. Es. De nuevo ser. Ser desde el dibujo y en el dibujo. Si no lo tuviera no sería. Y sin embargo no es suficiente. Me duele la vista cuando dibujo mucho. Me molesta no poder seguir y que se me entumezca la mano. Yo no tengo callos, al menos si los tuviera los miraría y me diría: “están ahí, algo hiciste”. Pero no. Y cada dibujo, no es ni un atisbo de lo que pretendo que sea. Siempre me quedo a mitad de camino. A la larga siempre termino sintiendo lo mismo; que soy increíblemente triste. Que en verdad disfruto de esta soledad que me permite vivir. Pensaba en sentir, pero yo no siento lo que otros llaman y categorizan como arte, lo vivo. Se ve que lo vivo. Que lo he estado viviendo este último tiempo más que quizás nunca. No pienso en si toda mi vida vaya a ser así, no sé por qué no me preocupa si toda la vida vaya a ser así.
Creo que dibujo porque soy profundamente incapaz de hacer otra cosa. Desearía poder tocar el piano. Se sabe, si no se sabe es porque no fue justamente deducido. Pero era evidente. Envidio a los músicos. Envidio los sonidos que escuchan cuando yo paso de largo. No sé si ellos envidian lo que yo veo donde otros no ven, pero pareciera ser que la música es la posibilidad de la comunicación que tanto espero. Y no la tengo, porque simplemente la escucho. Y me esfuerzo, realmente lo hago. Me siento y le dedico tiempo a la música. Pero creo que no llego a asomarme a ningún misterio, que tanteo el terreno desde muy afuera y eso me molesta. Me deja de lado. Eso es. Es. De nuevo ser. Ser desde el dibujo y en el dibujo. Si no lo tuviera no sería. Y sin embargo no es suficiente. Me duele la vista cuando dibujo mucho. Me molesta no poder seguir y que se me entumezca la mano. Yo no tengo callos, al menos si los tuviera los miraría y me diría: “están ahí, algo hiciste”. Pero no. Y cada dibujo, no es ni un atisbo de lo que pretendo que sea. Siempre me quedo a mitad de camino. A la larga siempre termino sintiendo lo mismo; que soy increíblemente triste. Que en verdad disfruto de esta soledad que me permite vivir. Pensaba en sentir, pero yo no siento lo que otros llaman y categorizan como arte, lo vivo. Se ve que lo vivo. Que lo he estado viviendo este último tiempo más que quizás nunca. No pienso en si toda mi vida vaya a ser así, no sé por qué no me preocupa si toda la vida vaya a ser así.
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